04 de Mayo de 2025
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Tultitlán: al borde de la catástrofe humanitaria

Gloria Marvic García
Lunes, 16 de Julio de 2012

Al cerrar la casa del migrante San Juan Diego se producira un grave problema migratorio. Foto Gloria Marvic       ver galería

Miles de migrantes centroamericanos llegan al Estado de México tras la liberación de “La Bestia”

El piso plastificado está marcado por cientos de huellas de lodo, aún así, los migrantes tienden su cobija y exhaustos se tumban a dormir con su mochila como almohada. Llegan empapados, con los pies llagados por la humedad y la larga caminata. Algunos se habían bajado en Lechería con la intención de pernoctar en la casa del migrante San Juan Diego que durante más de dos años había dado comida y alojo a los centroamericanos, al llegar a la puerta sólo encontraron un letrero: “casa de migrante cerrada, amigo migrante sigue tu camino”. Los vecinos ganaron la batalla, con la falta de apoyo y la vulnerabilidad al fin el albergue cerró sus puertas.

No queda más que seguir las vías hasta encontrar la improvisada carpa que el municipio de Tultitlán colocó a un costado del tren suburbano. Adentro del refugio son más de 300 refugiados y otros cien andan desperdigados en los alrededores y debajo de los puentes para guarecerse de la lluvia que no da tregua desde hace dos días.

Los voluntarios, algunos religiosos, académicos y vecinos se las arreglan para servir la comida donada. No se dan abasto, nadie los convocó, nadie les paga, nadie les garantiza seguridad, sin embargo brindan la ayuda humanitaria sin cuestionamientos, sin banderas o fronteras sólo por la convicción de que el otro está sin techo, sin dinero, hambriento, lastimado y a veces con la esperanza desgastada y rota de llegar a Estados Unidos, tan roída como los zapatos.

Afuera de la carpa una patrulla policiaca y una ambulancia esperan, no son los únicos a la expectativa también los coyotes y polleros rondan la zona, hablan por celular durante horas, van limpios, comidos, sin el cansancio en los ojos que caracteriza a los demás.

Parecería que hay una tregua alrededor y dentro del campamento, no hay arrestos masivos ni presencia del Instituto Nacional de Migración, pero tras esa apariencia hay una política de retenes en las vías y rutas alternas que usan los centroamericanos en el Estado de México: arriba del tren va montada la policía privada y hacia Huehuetoca retenes del INM hacen revisión de las combis que llegan al siguiente punto de abordaje, donde la “Bestia” disminuye su marcha.

Ahora el enorme monstruo de fierro parece embravecido, no disminuye su marcha. Apenas este fin de semana una joven intentó montarla y cayó, sus dos piernas fueron cercenadas, su hermano da vueltas en la carpa, busca quien le ayude, quién lo represente, y no hay más que los voluntarios que se preguntan cómo llegaron a ser responsables de tantas bocas, de tantas vidas y de lo que viene.

Se anuncia que vienen los miles que estaban varados en Veracruz, ¿cómo recibirlos? Con tan pocas manos, los sanitarios ya rebasados, los vecinos protestando por la presencia masiva de migrantes, sin la voluntad del estado de México de dejarlos transitar de forma segura como predican los acuerdos y reformas de ley migratoria, Tultitlán parece al borde de la catástrofe humanitaria, si el pequeño albergue se viene abajo y los retenes prosiguen, la concentración será cada vez mayor, aún faltan los que estaban varados.

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